LA FÁBRICA DE HARINAS DE MIGUEL ÁNGEL COLINO

En 1917 se inaugura y se inicia la fabricación de harinas en los imponentes edificios fabriles, integrados en la estación de ferrocarril, hasta el inicio de los años setenta en los que se reconvierte en fábrica de piensos. En 1990 cesa la actividad, para ser adquirida en 1995 por su actual propietario Miguel Ángel Colino.

En la fábrica primitiva la maquinaria de limpia era de madera, de la que aún se conservan abundantes vestigios, yo creo que la culminación de la tecnología de la madera.

Hubo una primera visita acompañado por M. A. Colino, en la que hicimos un recorrido exhaustivo por todas las dependencias, y casi un año más tarde, en el otoño del 2011 volví para una estancia cotidiana que se prolongaría durante un año, y viví las primeras sensaciones.

Las paredes tapizadas por tela de araña, los molinos colocados en una estancia sin un orden regular, cubiertos por colchas en desuso y sábanas, como un sudario polvoriento. La violenta pugna de la luz por entrar en el interior de las estancias, a través de las ventanas cerradas y la resistencia obstinada ofrecida por las contraventanas, que no pueden evitar totalmente el asalto fulgurante de la luz por las rendijas de las maderas desvencijadas, y las grietas, y los desajustes que la sequedad y el paso del tiempo han abierto.

Pero no todo es abandono, hay signos de vida: los pilotos parpadeantes en la oscuridad de la penumbra en algunos cuadros eléctricos. La instalación primitiva con las jícaras de cristal separadas de la pared. Hay otras instalaciones sucesivas superpuestas, la última casi contemporánea se reduce a los elementos esenciales de alumbrado.

Culminando la parte superior de la fachada aparece la esfera del reloj, enmarcada en la arquitectura de ladrillo que se alza por encimade los tejados de uralita. Con sus agujas detenidas a las seis treinta, que parecen perpetuar el momento en el que ya no pudieron remontar.

José María Mezquita
2012

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